El alto porcentaje (> 90%) de estudiantes que no leen por interés personal, habla de la dificultad de la actividad para ser elegida y adoptada como vivencia permanente. Traducido, significa, que como padres tendremos que facilitar el contacto con el libro y velar por su permanencia. Ha de ser un empeño personal y como tal conllevará un pequeño coste o desgaste, pero es muy importante que trabajemos para que esta habilidad se adquiera pronto, de forma gradual, desde pequeños, desde la infancia, poco a poco, sin prisas. Si conseguimos instaurar el hábito, abrimos las puertas a otra forma de compartir, de relacionarse, de contemplar el mundo, sabiendo además que la lectura es para siempre.
Las ventajas de la lectura y el uso del libro (a largo plazo) o de leer con una cierta frecuencia son evidentes y notables:
¿Qué podemos hacer para que el castigo y el obligar no nos acompañen en esta tarea? Veamos algunas sugerencias:
No te dejes abrumar por la tarea, todo es posible y todo es empezar, y apoyándonos en Cervantes y en Don quijote, “experimenta con tu mundo, para que todas las cosas que tienen algo de dificultad no te parezcan imposibles”.
Esquemáticamente, el proceso de estudio podemos descomponerlo en tres partes, a saber:
¿Cómo organizar un texto de forma esquemática?
a) Identificar que reproduce el texto redactado, que puede ser: un proceso (secuencia), una descripción, una comparación, un problema con solución, una causalidad.
b) Adaptar la representación al tipo de texto encontrado.
2. Memorización. Repetir para conservar y recuperar.
Debemos saber que lo que se entiende se memoriza mejor que lo que no se entiende. Esto significa que existe un correlación importante entre comprensión del material de estudio y grado de permanencia en la memoria. No debemos intentar memorizar directamente sobre la totalidad de contenidos, si nuestros resúmenes y esquemas son buenos, debemos memorizar sobre ellos, ¿de que forma?
3. Recuerdo. Repaso.