9 Mayo 2020

    La "condición psicológica" del futbolista

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    ¿Qué sabemos de la “condición psicológica”? ¿Cómo puede afectarle al futbolista? El concepto parece claro cuando lo aplicamos a lo físico. Definimos la “condición física” como ese estado de forma física general vinculado a cualidades o capacidades físicas, como la fuerza, la velocidad, la resistencia, la flexibilidad y la elasticidad. Un futbolista presenta buena condición física cuando las cualidades físicas que requiere su actividad deportiva le permiten rendir de forma notable. Pero es importante saber que las cualidades físicas compiten o colaboran entre ellas, por lo que no trabajarlas adecuadamente puede perjudicar es estado general que hemos llamado “condición física”. El entrenamiento de un decatleta o una heptatleta puede aclararos esta cuestión, ya que estos deportistas tienen que correr, saltar y lanzar al máximo de sus posibilidades para puntuar todo lo que puedan y eso los lleva a sacrificar o no entrenar específicamente alguna de las pruebas en las que tienen que competir obligatoriamente.

    Por analogía, podemos definir la “condición psicológica” como ese estado mental general que permite adaptarse a las demandas del entorno, de forma abierta, centrada y comprometida. Todas ellas son cualidades de la llamada “mente flexible” que permitiría tomar decisiones acertadas, cambiar el foco atencional de forma consciente, disfrutar al máximo de la experiencia, ponerse con facilidad en la perspectiva del otro y darle valor a la actividad que uno más aprecia. Estos procesos psicológicos están recogidos en los estilos de respuesta (Hayes, 2012) que propone el modelo de flexibilidad psicológica de la ACT (Hayes, Strosahl y Wilson, 2012) y como nos ocurría con la condición física, las variables o procesos aquí implicados también interaccionan, de forma que la mejora en uno de ellos puede repercutir en la variación de otro.

    Sabemos que una buena “condición física” hoy garantiza una buena condición física mañana, pero no ocurre lo mismo con la “condición psicológica”, ya que una buena “condición psicológica” hoy no garantiza una buena “condición psicológica mañana”. Cualquier estresor o suceso, puede alterar ese estado mental general y transformar a una persona en principio alegre, cercana y habladora, en una persona huraña, temerosa, que husmea en el pasado y en el futuro buscando respuestas e irritable cuando se le saca de ese aislamiento confortable. En ese caso, la situación le ha sorprendido y ha endurecido su mente, provocando un cierre a la experiencia en forma de evitación, emergiendo el “yo” más individualista, “el yo-conceptual”, descentrándolo del presente y olvidándose de todo aquello que le importa y le interesa, el deporte, su familia, sus relaciones sociales, etc. Estaríamos ante el caso de una persona con una pésima “condición psicológica” que invalidaría una hipotética excelente “condición física”.

    Aunque se haya escrito en un lenguaje algo extraño para algunos, todo sabemos distinguir ese estado que diferencia a los que viven en “su mundo” de los que viven “en el mundo”. Por suerte, se puede trabajar esa “condición psicológica”, buscando una estabilidad que haga disfrutar unas veces y convivir otras con el sufrimiento inevitable que determinados pasajes de la vida harán florecer, cómo la pérdida de un ser querido, una ruptura matrimonial, un fracaso deportivo, un desencuentro con los compañeros, una diferencia de parecer, etc. Grave o menos grave, grande o pequeño, todo cuenta y todo puede desestabilizar.

    En los tiempos del COVID-19, de confinamiento, de rutinas, de ausencia de actividades agradables, algunos deportistas se mostrarán más vulnerables que otros, por factores relacionados con su personalidad, por falta de preparación psicológica o por verse afectado por decisiones de tipo laboral imprevisibles. El aburrimiento, la frustración, la incertidumbre, que podrían traducirse en tristeza, ira, enfado y ansiedad, cuando son muy intensas y frecuentes provocarán el endurecimiento mental, la rigidez, una limitación que nos harán ver el mundo con mucha oscuridad y mucha imprecisión. De la misma forma que nos preocupamos y cuidamos nuestra “condición física”, deberemos ocuparnos y cuidar de nuestra “condición psicológica”. Busquemos esa “mente flexible” a través de la relación interpersonal, el estudio, la empatía, el compromiso con nuestros valores y fortaleciendo el vínculo que nos una con el presente. Vivir del recuerdo o vivir para vivir después, te apartará de las cosas agradables con las que puedes encontrarte diariamente, repasar o esperar es la fórmula del cautivo. Cuida tu mente si quieres que tu físico te acompañe y te sirva.

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